Un día después de su posesión como director de la Policía Nacional, el mayor general William Salamanca, pidió al fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, una reunión para hablar sobre las personas que son detenidas por la comisión de múltiples delitos pero al poco tiempo son dejados en libertad por irregularidades en los procedimientos.
Al respecto, el alto mando precisó que tiene contemplada una cumbre con la Rama Judicial para detectar falencias procedimentales y buscar soluciones para reducir los casos de impunidad.
“Yo tengo en mi agenda prevista una reunión con el aparato judicial, el señor fiscal general, para mirar debilidades en los procedimientos; así los fortalecemos y que no se caigan ante un juez un procedimiento de la Policía”, dijo.
Dicho encuentro, que se llevará a cabo el jueves 11 de mayo, contará también con la presencia de instancias internacionales para evaluar la trazabilidad del mercado de armas ilegales, cuáles son los principales eslabones de esa cadena y plantear mecanismos para atacar esa economía ilegal que genera, como principal consecuencia, el aumento de la inseguridad y delincuencia en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín.
En ese sentido, el nuevo director de la Policía dijo durante la conmemoración del 72° aniversario del Comando General de las Fuerzas Militares, que el presidente de la República le había notificado de otra reunión con el ministro de Defensa, Iván Velásquez y los altos mandos de la fuerza pública con el primer objetivo de acoplar la institución a la política de seguridad del Gobierno nacional y sus principal función: atacar a los grandes capos del narcotráfico y las principales fuentes de ingresos de grupos criminales.
También envió una dura advertencia a los uniformados que no acaten la orden del jefe de Estado o incumpla la ley.
En la transmisión de mando, el jefe de Estado insistió en que la política, denominada ‘Seguridad humana’ de la actual administración, tiene como segundo eje la alianza entre la fuerza pública y la ciudadanía, pues según él, esa relación ha estado fragmentada especialmente con el pueblo juvenil. “La Policía tiene que ser dialogante”, enfatizó, y dijo que, en cambio, hay que atacar el núcleo de las finanzas de grupos multicrimen.
Por ello, el presidente le encomendó a modo de prioridad la tarea de reducir la tasa de homicidios en Bogotá y las ciudades costeras para que los índices de violencia sigan bajando en zonas de alta incidencia del conflicto armado.
Un mensaje similar entregó en el Comando General, donde reiteró que las operaciones de las Fuerzas Militares y de Policía deben ser contundentes contra las economías ilícitas atacando a los grandes capos de drogas como la cocaína, pues son ellos “los que compran las armas y pagan para organizar ejércitos” y resolvió que hasta los actores insurgentes integran filas de guerrillas no para defender una ideología, sino por plata.